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martes, 27 de septiembre de 2011

A LAS CINCO EN PUNTO

Cuando Rosa llegó a casa de Roberto, algo le dijo que no era una buena idea, a pesar de todo, podía más el sentimiento de mujer que la buena interpretación de los presagios, hoy por fin saldremos de dudas. Roberto, hacía tiempo que quería tener la conversación con Rosa, pero ella muchas veces, hizo que en el último momento se estropeara la cita, hasta que aquel domingo, no tuvo más remedio que quedar con aquel hombre, que a pesar de ser guapo y joven, tenía algo que hacía que Rosa, le tuviera si no miedo, algo que la hacía ponerse en guardia.

Al sonar las campanadas en el reloj de la iglesia, la puerta del apartamento de Roberto, se encontraba abierta y sobre la mesa, el té humeaba invitando al ritual de cada día. No sin cierta aprensión, Rosa hizo sonar el timbre, dando a entender que anunciaba su visita, al momento Un hombre cercano a los treinta y cinco años, de fuerte complexión y cercano al metro noventa, salió a recibir a la joven y tomando en sus manos el abrigo y el sombrero de la joven, la acompañó al salón y sirviendole de aquella tetera humeante, hizo que un dulzón aroma de té y hierba buena inundara la casa.

Las condiciones ya las sabe a través de su abogado, le dijo a la joven y sin más preámbulo, sacando un sobre de gran tamaño del cajón central de la mesa del despacho, lo puso delante de Rosa, para que esta pudiera estudiar los documentos. Si los encuentra de su conformidad, sólo tiene que firmarlos y recibirá un cheque bancario por la cantidad estipulada, con la condición que si llega el negocio a ser de dominio público, el trato no se llevará a efecto y usted se obligará a resarcirme con el doble de lo que usted recibe ahora.

En los ojos de Rosa, una laguna liquida, hace que no pueda ver el momento en que le hace entrega del cheque, con el que podrá pagar la operación en Hiuston que salvará la vida a su padre y aunque sólo se trata de un negocio que a los dos conviene, ver la frialdad del hombre que tiene enfrente, le hace sentirse vacía y considerar que sólo vale lo que él le paga.

Dentro de dos años, Rosa contraerá matrimonio con Roberto. Así está establecido en el contrato que se ve obligada a firmar, si quiere salvar la vida de su padre, sólo una única condición la puede salvar de cumplir el contrato que hoy la obliga, que su padre, no supere la operación y fallezca antes del segundo mes. Ella está segura de que eso no puede pasar y a pesar de todo, estampa su firma en el documento y toman el té de las cinco y no...No quiere casarse con Roberto...Roberto es una mujer.
pepa herrero

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