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martes, 1 de mayo de 2012

CUENTO DE AMOR EN EL CIELO

La lluvia, había cesado. El sol salía por momentos y un arcoíris luminiscente, rompía en siete nítidos colores, la cara de aquella gota de agua, parecía dormir, pero tan sólo soñaba. Y era tan joven, tan hermosa, hasta ella se acercó un suspiro y le preguntó a la bella durmiente ¿Cómo te llamas pequeña gota? La gota se desperezó de su letargo, y miró con interés a aquel suspiro. Mi nombre es amada, pero nunca he tenido a nadie que me quisiera ¿y tú como te llamas?. Mi nombre es amor, pero nunca he tenido a nadie a quien amar. La gota de agua, le dijo al suspiro, tengo la sensación de que mi vida, va a ser muy corta y no quisiera desaprovecharla, a lo que el suspiro le contestó. Creo que mi vida se está acabando y hasta que te he visto, nunca había pensado en poder amar a nadie. Cuando los vio aquella rosa, una lágrima se deslizó mojando al suspiro y al momento, uno de sus pétalos cayendo, cubrió a los dos amantes, callaron los ruiseñores y las aguas se pararon en los arroyos, los amantes cobijados bajo el suave cobertor del rojo y fragante pétalo, conocieron el amor, sus labios se acariciaron sus manos se entrelazaron, la noche, los hizo suyos, los cobijó, los arrulló y les dio calor. Cuando salió la luna y alumbró a los amantes, sus reflejos de plata, hicieron soñar de nuevo a las dos almas y mientras sus cuerpos se debilitaban a causa de la pasión, la luna mandó al rocío, ¡rocío, no los dejes solos, llena sus cuerpos de vida! Y el suspiro que sentía que su cuerpo se apagaba, se abrazaba a aquella gota, a aquella gota de agua, sus dedos de brisa pura, acariciaban su alma, la gota se estremecía y a su suspiro abrazaba, ¡no me abandones suspiro, que me estoy quedando helada!. Y el suspiro la mecía, la pobre gota lloraba, el nuevo día se abre y de nuevo en los arroyos, ya está corriendo el agua y cantan los ruiseñores besando a las espadañas, las cigüeñas en las torres, ya están saludando al alba. El pétalo de una rosa, de una rosa encarnada, roja, de roja pasión ha levantado el viento y mientras la acariciaba, se llevó al cielo a un suspiro y a una gota de agua y cogidos de las manos, ante Dios se presentaban y le pidieron perdón, por lo mucho que se amaban. Dios levantó su mano y les dio su bendición, ¡no hay nada que perdonaros, por que lo vuestro es amor y amor con amor se paga y con eso os pago yo. pepaherrero

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