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jueves, 1 de noviembre de 2012

MOMENTOS

Doblamos aquella esquina, las notas llenaban el viento, los visitantes pasaban de largo y con disimulo, trataban de llevarse alguna nota consigo, un hombre con los ojos cerrados y su alma en el arco, hacía sonar aquel contrabajo, el viento le hacía el acompañamiento y entrambos lograban que la música fuera una llamada celestial. Cuando llegábamos a Maisonnave, el joven, hacía sonar su saxo. Blues, Jazz, Boleros, cuando se tiene arte, el arte sale por todos los ritmos, aquí vimos como las chicas jóvenes, se paran a escuchar, al joven, quien con su cuerpo, seguía el ritmo de una manera espectacular. El camino nos lleva hasta la Explanada, un anciano, con sus manos, un hilo de alambre y unos alicates, presenta a sus espectadores, a todos los integrantes de la vuelta a España, rapidez, inteligencia y desenvolvimiento, para hacer un trabajo digno del maestro que lo realizaba. Era casi una niña. Sentada muy cerca del hombre de las bicicletas, la joven tan sólo con sus lápices, en unos momentos, hizo el retrato de cuatro niños distintos, pero no por rápida en el trabajo, era menos cuidadosa, el tercero de los niños pintados, estando muy cerca de estar terminado, la joven rompió la cartulina y pidiendo perdón a los padres del niño, empezó su trabajo de nuevo, sólo cinco minutos después, ya tenía hecha la nueva obra de arte. Pidió perdón de nuevo a los padres y no quiso cobrarles el trabajo que había hecho, “el tiempo de ustedes también vale”. Pegado contra la pared de la casa Carbonell, un hombre de cerca de cincuenta años, confecciona con sus manos, preciosas rosas de papel, en el cartel, pide que alguien le compre alguna rosa, para que puedan comer sus hijos, la gente ya pasamos deprisa, se nos hace tarde para coger el último autobús, una niña de no más de tres años, le pide una rosa y el hombre, besa la flor más bonita que ha compuesto en toda la tarde y se la entrega a la niña, la niña le paga con un beso, el padre de la niña, abre su corazón y su cartera y entrega al portador de ilusiones, hoy en su casa, se podrá cumplir la ilusión, hoy todos podrán cenar. Esperando le llegada del autobús, (que por cierto, trae mucho retraso) vemos pasar al artista del contrabajo. Con trabajo, arrastraba quizá hasta su casa, el instrumento en la espalda y en un pequeño carrito de mano, las cosas necesarias, para poder ejercitar su trabajo…!corre!...¡corre!, está empezando a llover y la lluvia, no perdona. Estamos llegando a casa, los comercios están cerrando, al entrar en la cocina, dispuesta a preparar la cena, veo con desesperación, que no me queda pan, mí marido, se pone de nuevo la chaqueta, sele corriendo y como si de una carrera contra el tiempo se tratara, encuentra el premio, el último paquete de pan con sus tres barras, al volver la cara ve a aquella anciana, buscando su barra de pan, para su cena y la de su marido, pero se le ha hecho tarde, salen juntos hasta la caja y después de pagar sus tres barras, entrega a la anciana una de ellas, ellos salen charrando y a mí me parece extraño, que sólo traiga dos barras. pepaherrero

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