Las historias, no siempre son ciertas, ni siquiera bonitas, o tan sólo cercanas a la realidad, y cuanto más se acerca la Primavera, es posible que contengan mentiras más gordas, que en otras fechas en que la imaginación, no se desata tanto.
La historia que les voy a referir, la encontré escrita en unos viejos papeles que encontré en un no menos viejo caserón, que al poco tiempo, fue derribado, por la excavadora, a prevención de peores males, y creo que fue lo más prudente del hecho en sí.
Al parecer, en esta oscura mansión, habitaba un anciano de luengas barbas, al que las autoridades, se esforzaban en lograr que su aspecto, fuese más higiénico y menos estrafalario, obligándole a rapar sus barbas y sus cabellos, a lo que el anciano, no estaba dispuesto, ya que sus barbas, sus cabellos y su indumentaria, era lo que daba carácter a su personalidad.
A los únicos que gustaba su aspecto, era a los niños, que eran sus amigos más queridos. Bueno, no sé, porque también tenía otros amigos, con los que se entendía de maravilla, que eran los gatos, los perros, etc. y sobre todo un gorrión, que se coló un buen día a través de una rendija de la casa, y encontrando al anciano dormido, se posó a su lado, y ya para siempre, fueron compañeros inseparables.
Los niños, eran cinco, y después de las horas del cole, se reunían para ir a encontrarse con Mundo (que así se llamaba el viejo) y con "Chispa" el gorrión.
Siempre, les gustaba hacer planes para emprender acciones, con las que tratar de mejorar las condiciones de vida, ya que la que los adultos les dejaban, no les gustaban ni un pelo.
Un día, capitaneados por el anciano Mundo, decidieron terminar con la contaminación ambiental, y para ello, decidieron llamar a todos los vientos, para que unidos, soplaran a la vez, y así, poder arrastrar toda la suciedad que hay en el ambiente. Los vientos, soplaron y soplaron, pero no consiguieron limpiar nada porque los hombres, eran más rápidos ensuciando, que los vientos soplando. Pensaron después, que los vientos soplaran más fuerte, pero lo tuvieron que dejar, ya que las aguas, se salían de sus cauces, con gran peligro para las personas y para las cosas, por lo que decidieron, dejarlo para otro día.
pepa herrero.
martes, 15 de marzo de 2011
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