Era dulce como un flan, como el flan que cada día se
comía y las sobras se las daba a los gatos que pululaban por el barrio. Además
de ser muy dulce, era cariñosa con los pobres gatitos abandonados. Todos los
días al amanecer, llevaba los restos de todas sus comidas del día anterior, más
las de algunas otras vecinas, también amantes de los felinos. Al poco tiempo,
el sitio, era invadido por los alegres gatitos y por sus peleas, para conseguir
el mejor manjar. A veces, (casi todos los días) las ratitas, (que lindas ellas,)
venían a hacer compañía a los gatitos y como amante de los animalitos y desde
lo alto de su ventana, la señora amante de los animales, se regocijaba del
zoológico que estaba haciendo sólo para ella.
Cuando la vecina de enfrente, coincidió a la hora de poner
la comida y se dirigió a ella, su sorpresa fue grande ¡¡que qué me dice!!
¡¡oiga señora!! yo doy de comer a los gatitos y a usted, nada le importa.¡¡métase
en sus cosas y déjeme hacer...!! ¡¡pues vaya...!! la vecina de enfrente, le
había pedido por favor, que por razones de sanidad, no pusiera la comida, a los
animalitos, en medio de la calle y menos, cerca de los contenedores de basura,
a los que personas que no lo pensaban, llevaban su basuras de buena mañana,
para que no se pudriera en sus casas. Luego los vecinos, no podían aguantar los
olores. ....¡Pues si no pueden soportar los olores, que se vayan a vivir a un
chalet en lo alto de la montaña y a mí, no me venga con cuentos! o le pida al
señor alcalde que cambie el contenedor un poco más arriba, que no molestaría a
nadie. La vecina de enfrente, se dio cuenta de la razón que tenía la señora
amante de los gatitos y para no molestar ni a unos, ni a otra, se intentó
sucidar (que no suicidar) cinco veces, pero al no poder conseguirlo por falta
de costumbre, optó por hacerse socia del club de los amantes de los
perros...tal vez algún día, nos enteremos del fin de la historia.pepaherrero
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