…Y aún siguen cayendo tontos. No sé de quién sería la idea de invitar a pescar gambusinos a quién no siendo pescador, le pica un poco la simiente de la afición, pero esto no pasa todos los días. Ramón además de ser la persona más amable que conozco, también creo que es la más inocente. En la cuadrilla de amigos, todos son pescadores de “caña” ¿será de cerveza? Porque yo, sólo los veo salir de pesca en verano, cuando nos juntamos todos los de la cuadrilla y podemos alquilar el chalet de todos los años, donde siempre que se puede, se embarca “al inocente” que a la hora de la verdad, es el que más veces tiene que pagar el pato.
Después de tener bien aprendida la lección, a Ramón le gustó mucho que le dieran el puesto de Gambusinero mayor, tras haber aprendido la lección de cómo había que tratar de que no escapase ningún Gambusino de la red, de el silencio sepulcral que era preceptivo para que tan prodigioso animalito, una vez en la red, no se pudiera orientar para salirse de nuevo, por las vibraciones que podían producir las palabras dichas en el más bajo de los tonos.
A las diez de la noche, salieron los de la cuadrilla “Gambusinera” y no habían pasado quince minutos, cuando a lo lejos, Ramón comenzó a escuchar el ruido que producían las latas y los mazos de los que todos iban provistos y que se debían de oír hasta más allá de Santa Pola. El ruido se perdía en la lejanía y Ramón siempre atento a la red, no vio el coche que poco a poco y sin encender las luces, desapareció de la zona donde una hora antes, lo habían dejado alguno de los participantes en la pesquera.
Hacia las once de la noche, el arroz abanda pedía a gritos ser comido por aquellos malvados amigos, que sin conciencia dejaron al bueno de Ramón, esperando ver como se llenaba la red del apetitoso marisco del que por ser Gambusinero mayor, le tocaría en su mejor parte. La cena fue transcurriendo entre bromas y canciones alusivas al bueno de Ramón…Ramón, Ramón, además del más tonto te hacemos este faenón…Y si quieres Gambusinos…Pues no hagas tanto el primo. Cuando llegó la Guardia Civil, Ramón se mantenía firme en su puesto y en sus redes, todavía no había entrado el primero de los Gambusinos, pero Ramón porfiaba y su moral nunca se vio más alta y a las doce de la noche, algo vino a estropear la pesquera del buen Ramón, en la furgoneta del Hotel Sidi San Juan (hoy por desgracia cerrado) llegamos las mujeres de la “cuadrilla” invitadas por la dirección del Hotel, para celebrar la gran pesquera conseguida por nuestros maridos, los cuales iban a ser los paganos del ágape, por haber conseguido batir el record de los últimos diez años, la cena fue fantástica y ya al amanecer, vimos llegar a la charanga de nuestros cansados maridos, quienes haciendo sonar todos sus instrumentos, no se daban cuenta del importe de la cuenta que los empleados del Hotel, les presentaban al cobro y mientras tanto, un querubín una dulce persona incapaz de hacer daño al más triste de los Gambusinos, dormía un sueño de quien ha cumplido su deber con creces. pepaherrero
martes, 8 de noviembre de 2011
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