Eran como niños, en sus casas les
habían dado todos los caprichos, pero ellos no estaban conformes. Cuando
Arturito Mas, quiso jugar a ser el rey, su vecino y amigo, Ignacio Urcullu (de
los Urcullu de toda la vida) no quiso ser menos y sacó a la calle a todos sus
amigos a decir que España no es España (¿¿¿???).
Cuando le dijeron a Don Mariano Rajoy a
lo que estaban jugando estos niños, el juego le pareció que ni pintado para él.
Al principio pensó que los iba a asustar, pero al momento, se le encendió una pequeña
luz en su cerebro, (no se puede pedir mucho, donde poco hay) después de
pasar algunas noches chupándose el dedito pulgar de la mano derecha y casi sin
poder dormir, pensó que lo mejor, era dejar las cosas como estaban, que cada
cual jugara a lo que quisiera y que la gente, se lo tomara cómo mejor le
pareciera...unos, pensaron en lo que se les podía venir encima, otros se
echaron las manos a la cabeza...pobre España de mis amores, desecha cual zona balcánica
y sin arreglo posible, otros pensando en que nuestro gobierno, lo arreglaría.
Al parecer, las dudas eran tantas y de
tan distintos colores, que hubo quien comparó lo que ocurría en España, con lo
que está pasando en Venezuela, pero Don Mariano, vivía tranquilo y feliz...que
piensen lo que quieran, ya haremos lo que tengamos que hacer...(y mientras, iba
pensando en lo que haría) mientras tanto, los secesionistas, iban tomando
posiciones y pensando que la razón estaba de su parte, estaban convencidos, de
que su llegada a Europa, arreglaría todos los problemas de la Merkel y
compañía.
El rodillo de la propaganda, seguía
rodando y arrimando el ascua a su sardina...los brotes...aumenta el
trabajo...despierta el turismo...todo hace pensar...y así uno a uno, van dando
fin, a los cinco reales que costó el festín. Pero la triste y vergonzosa
verdad, es que el pueblo llora el hambre de sus hijos, la poca lucha contra la
corrupción, el poco hacer de una justicia manejada por los políticos y el
desencanto del porvenir de sus hijos.
Tal vez, todos los políticos,
necesitarían una lección. Alguien les debía enseñar cuáles son sus obligaciones.
Que su obligación, no consiste únicamente en asentir con la cabeza, cuando el
jefe dice algo, sea lo que sea, en el congreso, si estuvieran puestos allí por
sus electores, seguramente, estos no les consentirían que se ganaran el sueldo
de la forma tan rastrera cómo lo hacen. ¡¡¡DESPIERTA PUEBLO, DESPIERTA!!!
pepaherrero
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