sábado, 18 de mayo de 2013
EL MUBAG Y MUBAGCITO
Era noche del sábado diez y ocho de Mayo de aquel año de dos mil trece, los artistas alicantinos, habían quedado citados para llevar sus arreos de pintura, al día siguiente, iban a pintar todos al Mubag y tampoco era cuestión de llegar cada uno por su sitio y no saber dónde instalarse, allí estaba la sin par Joserre, también estaba esperando María José Argudo y como quien pasa por la puerta del Mubag y dice ¡voy a echar una mano! El Diputado de cultura y alcalde de Benisa.
Ya el museo había cerrado sus puertas al público y los responsables del museo iban trasladando todos los enseres de los pintores que al día siguiente, dejarían constancia de su bien hacer y de su imaginación, las bromas se iban sucediendo, todos querían aportar su granito de arena, para hacer más amena la jornada festiva.
El reloj del Ayuntamiento dio las once, la reunión se fue disolviendo, unos se unieron para ir a cenar y a tomar una copa, los más tenían ya ganas de regresar a casa y darle un descanso al cuerpo...mañana hay que estar nuevos para una mañana de pintura y compañerismo y no conviene trasnochar mucho...
Se cerraron las puertas del museo, hasta los guardias aprovecharon para salir a cenar un poco, a esas horas nadie se preocupa por entrar a un museo incluso siendo el día internacional del museo, el Mubag decidió mantener cerradas sus puertas debido a la crisis y a la falta de personal. Inexorablemente el reloj se volvió a escuchar, eran las doce de la noche y mientras los guardias terminaban de tomar su cena rápida, en el interior del museo, extraños ruidos se dejaban escuchar, aunque estaba claro, que no podía haber nadie dentro.
Por la mañana del día siguiente domingo diez y nueve de Mayo, a las siete de la mañana, al ir a hacer su primera ronda, se dieron cuenta los guardias de seguridad, que allí se había producido una gran tragedia, alguien había entrado por la noche y había abierto todos los maletines con los utensilios propios del trabajo que durante el día siguiente iban a realizar, la alarma sonó de inmediato, todos los guardias y todos los empleados, fueron mandados a llamar, todos se presentaron de inmediato…bueno, todos no, tan solo faltaba aquel joven nuevo, que sólo llevaba trabajando en el Mubag cinco semanas y de quien alguien había llegado a sospechar…aquellas rastas en el pelo… aquella ropa tan holgada…todo lo hacía sospechoso y además, no haberse presentado justo aquel día…mandaron llamar a los investigadores, pero al parecer, ese día y por ser domingo, no trabajaban y no pudieron ser localizados.
Por casualidad, Joserre, había visto por la mañana del sábado a pepaherrero andando por el museo y sabiendo que casi siempre tenía solución para “casi todo” decidió llamarla por teléfono. Pepaherrero, aún estaba en la cama, pero al enterarse de aquel desaguisado, no lo dudó ni un momento, llamó a su vecina Doña Angustias y subiéndose las dos en el Xsara Picasso de Pepa, salieron a toda carrera hacia el museo.
Nada más entrar, Doña Angustias dio señales de saber de qué iba la cosa, las pinturas por los suelos, los trebejos de trabajo esparcidos por el suelo y aquel sutil olor de azufre, pronto la hizo mirar en el armario de las escobas y allí encontró al responsable del estropicio, al encontrase solo y no tener otra cosa mejor que hacer, Mubagcito, llamó a los duendes de todos los museos de Alicante y además de un interesante partido de futbol, mejor qué el reñido entre los dos equipos de Madrid, les sobró tiempo para hacer qué todos los inocentes pintores, aprendieran la lección y supieran que en los dominios de Mubagcito, no se puede dejar nada, sin haber llegado antes a un acuerdo con él.pepaherrero
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