Al parecer, el dichoso
tranvía, se estaba poniendo de moda, eran muchas las personas, que trataban de
coger el primero que salía, sólo por el afán de que nadie aprendiera su camino.
Las cosas intimas, cuanto menos personas las sepan mejor.
Algunos, mientras
estaban esperando, dejaban sus mochilas encima del pequeño banco (de madera)
donde la gente hacía descansar sus doloridos cuerpos, algunos, iban todos los
días a hacer su trabajo y aunque el camino era largo y el sueldo corto, mejor
era eso que no tener nada que llevar a casa al terminar la jornada.
Los mochileros, iban en
aumento, las mochilas, cada día eran más grandes y más pesadas, pero no oí
quejarse a ninguno de ellos, eran callados y gentes silenciosas, al parecer,
todos iban a parar al mismo lugar, el sitio era un gran edificio con unas
letras que deslumbraban "HSBC" letras refulgentes como la plata al
sol. Los españolitos de a pié que cada día cogían el tranvía que pasa por
Suiza, sentían pena y dolor y pensaban que los mochileros, siempre estarían
peor que ellos y que los pobres, tan sólo se comían las yerbas que ellos
arrojaban. pepaherrero
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