El señor Manuel, como cada día baja a Mercadona a hacer la compra. La
cosa, cada día, se pone más difícil, las ofertas son muchas pero la pensión,
cada vez, se queda más corta y aunque su mujer y el, cada día comen menos, su
nieto, su Manolito del alma cada día tiene el plato menos lleno.
Manuel padre y Sara madre, se fueron a tratar de hacer fortuna, pero la
suerte, no está con ellos. Se marcharon pensando que con sus trabajos, pronto
estarían colocados, pero conforme transcurría el tiempo, cada vez su decepción
era mayor y su rabia con la vida iba en aumento. Les habían prometido que
pronto estarían colocados en el mismo hospital, pero lo que para ellos eran
cuentas, para otros eran cuentos.
Sara, ya lleva dos meses trabajando en un comedor, su trabajo, nada
tiene que ver con su cualificación, pero ya le dijeron el primer día, que si
podía ser buena enfermera, también podría ser buena lavaplatos. Las noches eran
oscuras y Manuel esposo, no llegaba a ver las lágrimas de su esposa mojar el
embozo de la cama.
Manuel obrero, se muerde la rabia y aunque su desesperación va en
marcha creciente, él se la come mojada en las lágrimas de su esposa que finge
no ver, para que ella no sufra más todavía.
Las cartas, cada día eran más escasas, a las pocas y malas noticias, se
sumaban las pocas monedas con las que poder hacer el envío de la
correspondencia. Ya lo tenían hablado, si por cualquier circunstancia, tenían
un golpe de suerte, el primer dinero que cogiesen, sería para pagar el regreso
a casa. Mientras tanto y en secreto, cada uno de ellos hacían planes
desesperados.
Hoy, al salir a hacer la compra en Mercadona, Manuel va distraído, no
puede dejar de pensar en su hijo halla en tierra extraña y el sin poder ayudar
a sus seres más queridos.
Al pasar por aquella esquina, Manuel no se dio cuenta, al parecer una
familia había sido desahuciada por aquel banco...malditos bancos de la
mi...familias enteras de gentes en la misma situación, hacían compañía a los
afectados, quienes desesperadamente, pedían ayuda y solidaridad.
Manuel no lo dudó, su D.N.I. y su firma llegó solidariamente, pero a la
vez, llegaron las fuerzas ¿del orden? no hubo pelea, nadie alzó la voz y nadie
sabe cómo pasó, Manuel yacía en el suelo, su sangre iba abriéndose camino por
las juntas de los ladrillos, cuando llegaron los sanitarios, sólo pudieron
certificar que el ciudadano Manuel Grandespenas se encontraba cadáver. Teresa aquel
día esperó hasta tarde pero Manuel abuelo no llegaba, sólo unas horas después,
un policía nacional llegó a su casa para que fuera al depósito de cadáveres
para hacer un reconocimiento.
Lo reconoció, salió a la calle llorando, su corazón no latía como debía,
en su casa esperaba todavía sin haber podido comer Manolín. La abuela no pudo
llegar a casa, el hospital fue su último destino, mientras tanto en la
televisión, un hombre de barbas y presillas en la comisura de sus labios decía
en alta voz...gracias a nosotros España va...B...ueno va. pepaherrero
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