viernes, 20 de abril de 2012
"GASPAR"
Ayer, se cumplió el primer aniversario de la nueva vida de Gaspar, al regreso de “La Peregrina”, su abuela Lola, le había traído una flauta de caña, ¡es el regalo más bonito que me han hecho en toda mi vida! Exclamó abrazando a su abuela, el abrazo, aunque efusivo fue corto y fue corto, por qué le corría prisa empezar a sacar partido del regalo. No se puede decir que dio mucho la tabarra con la flauta, no habían pasado muchos días, cuando ya era bonito escuchar el dulce sonido que de tan humilde instrumento hacía salir Gaspar y antes de cumplirse los tres meses de haber recibido el regalo, ya era una delicia el poderlo escuchar.
Cada día que pasaba, Gaspar se superaba con su música y decidió que quería estudiar mucho para poder seguir mejorando, su ilusión era ganar mucho dinero, pero ¿Qué digo mucho? ¡!!muchiiiiisimo!! tenía que ganar tanto dinero, que cuando fuera a visitar al doctor Jorge Alió, este no le pudiera decir que era imposible lo que pretendía y aunque Gaspar, sabía que no iba a ser fácil, por todas las cosas que había oído decir del doctor, tenía una fe ciega (nunca mejor dicho) Gaspar era ciego de nacimiento y ya le habían dicho, que su problema era de muy difícil solución, hace poco tiempo, su abuela lo había llevado a que lo viera la doctora Cristina Buenahora, quien según dijo, hace un tiempo fue operada por el doctor Alió y luego siempre fue su maestro y guía. Desde entonces, Gaspar vivía ilusionado, pensando en que cuando consiguiera recoger mucho dinero, se lo llevaría al doctor y seguro que el buen doctor acabaría con su ceguera y a partir de entonces, podría ver como es el color de la música, podría estudiarla y podría llegar a ser el mejor flautista del mundo.
En aquella visita al hospital, Gaspar, conoció al personaje de la sala, COCO rondaba por todas las habitaciones y hablaba con todo el mundo, cuando le dijeron que había un niño que era un virtuoso de la flauta, enseguida quiso conocerlo y escucharlo, pronto estuvo enterado del problema de Gaspar (y él, no lo vio tan grande problema) mira dentro de unos días tengo que salir para hacer un descanso en el tratamiento y te llamaré, luego iremos con mi catifa voladora a ver al doctor Alió, que es muy amigo mio, verás como antes de que te quieras dar cuenta, podrás leer las partituras, el color de la música, no podrás verlo con los ojos y tendrás que seguir tocándolo con tus manos…con tus dedos y viéndolo en los suspiros que salen del corazón de las personas que te escuchamos, lo saborearás en tú lengua y en tus labios, cuando interpretes tú música y siempre estará en tú corazón, mientras sigas pensando que es más importante el poder ver, que todo el dinero del mundo.
Por supuesto y no creo que nadie lo haya dudado, el doctor Alió se subió en la catifa voladora de COCO pasearon por toda la costa de alicante y escuchó hablar a los dos niños, cuando los abrazó, ninguno de los dos vieron salir de los ojos de aquel santo una lágrima, que por efecto del viento, rodando por su rostro, se perdió formando minúsculas perlas que desaparecieron entre las olas del mar. A los cinco meses de esta visita, Gaspar, asistía a las clases del conservatorio. Todos los entendidos decían que tenía una gran carrera por delante, pero el niño todos los días daba gracias a Dios (el mayor) y a su dios particular, que le dio la vista que nunca había tenido. Este cuento, está escrito a petición de una amiga para publicar en mí blog. pepaherreo.blogspot.com-------pepaherrero
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