sábado, 31 de marzo de 2012
ENTRANDO EN SEMANA SANTA
La entrada era estrecha, al principio parecía que iba a ensancharse, pero en el recodo se estrechó y los que somos un poco gordos como yo, no pudimos entrar. Y lo sentí, porque me hacía mucha ilusión, yo quería entrar por la puerta grande, pero ni por esas, primero fue la nieve, luego fue la huelga y ahora me encuentro un cartel que dice “vuelva usted otro día” y así, la verdad es que no se puede.
He escrito “a quien corresponda.” Luego he ido a hablar con Don Ramón el Deán de la Catedral, me ha dado su bendición, pero me ha dicho que de eso nada de nada y ya me estoy hartando, un anuncio en el periódico, me ha dado la solución (“se necesitan costaleros”) y allí que me he ido, piden hombres aguerridos y fuertes, yo digo que reúno ambas condiciones, que sean capaces de aguantar el peso, durante muchas horas, yo digo que esa soy yo y al final aquel hombre que un día nos pidió por medio de Alfredo Aracil, que presentásemos un cuadro pro ayuda a la semana santa, me vio y dirigiéndose a mí me preguntó. ¿Tú eres pepaherrero? ¿Qué es lo que quieres? Pues mire usted, yo quisiera entrar en la semana santa…al principio, me miró sorprendido, pero luego me comprendió y haciendo valer su influencia, consiguió que yo, pudiera entrar el la semana santa.
Mí idea, era darle gracias a todos los santos, a todas las vírgenes y en especial a la madre de Dios y a su sagrado hijo, que crucificado en su madero, me miraba con compasión y pensaba…!para una que te sale bien…! Como le pude leer el pensamiento, mi idea fue decirle, ¡buen Jesús, tampoco es eso! Y es que esta mañana, no sabiendo que hacer de comer, hemos ido mi marido y yo a Mercadona, en principio, he cogido una bandeja de bacalao. Haré “borreta” sé que a mí marido le gusta y a mí me gusta quedar como una perfecta ama de casa. Y cuando pasamos por la pescadería, vi a ese señor pasar con su borriquita, caminito de Belén y le pregunté. ¿A ti se te ocurre algo? Y agitando su palma, el buen Jesús respondió con dulce voz, HAZLE UNA PAELLA DE MARISCO. Como podría yo, desobedecer los mandatos del buen Jesús…el cincuenta y ocho…me toca, me toca. Ponme…y ponme…he tirado la casa por la ventana, los siete Euros que me quedaban para pasar el mes, se han quedado allí, pero el buen Jesús y mi marido, se lo merecen.
Cuando el amor y la cocina se juntan, de allí, sólo puede salir una obra maestra y eso justo es lo que ha salido, para terminar, mi marido me ha pedido un poco de all y oli, que aunque suele ser tiempo perdido (pues siempre se me corta) hoy ha salido perfecto, la comida, según mi marido (que no es muy dado a ensalzarme como cocinera.) Son las diez de la noche y no ha querido cenar, (no quiere perder el perfume que en su boca le ha dejado la paella) ¿no será que está hinchado?, pues yo le he visto lavarse la boca al terminar de comer.
Por todo eso, porque soy feliz y porque a mí también me ha gustado mi paella, QUIERO ENTRAR EN SEMANA SANTA. pepaherrero
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