martes, 6 de marzo de 2012
CUCO Y POLIDORA 3ª Y ÜLTIMA PARTE FIN
Tras los cinco días más felices de sus cortas vidas, a Polidora le apeteció decir, que ya era hora de irse a vivir su vida “como una pareja de verdad” y dejando al pobre “Pascual” con lágrimas en los ojos (pues les había tomado cariño) tomaron el camino del Cabo de la Huertas y buscando un acomodo, llegaron hasta muy cerca de “Cala Palmera” allí encontraron una “cueva” donde pensaron construir su “nido de amor” llevaron toda clase de material para hacer su nido, ramas, plásticos, hilos…Todo era bueno, sabiéndolo aprovechar. A la hora de la comida, acabaron con las viandas que les había dado “Pascual” y fue entonces, cuando se dieron cuenta, de lo difícil que les iba a resultar, poder encontrar “el pan suyo de cada día” Cuco pensó que como en la granja, Polidora estaba acostumbrada a comer piensos compuestos, hechos casi en su totalidad de harina de pescado, podía hacer una caña y dedicarse a pescar, para que no le faltara nada a su “chica”. La idea al principio, no fue buena, pero como todas las cosas, se fue mejorando la técnica y al final, era Polidora la que manejaba la caña, mientras Cuco, subiéndose por ella, llegaba hasta el sedal, sirviendo ce cebo, para aquellos tontos peces, que uno a uno, iban cayendo en la trampa.
Cinco meses después, o poco más, todo iba viento en popa, eran felices ¡los más felices! Y aunque a veces ya las olas se ponían “chulas”, ni Cuco ni Polidora les tenían miedo, mientras se tuvieran el uno al otro…No parecía importante, era sólo un mar de fondo, después de dos días de tormenta, eso era normal. Polidora, le había hecho un traje para que Cuco se sumergiera sin mojarse, la idea, se la dio una pequeña bolsa de Pipas, que unos niños dejaron abandonada en las rocas, ella muy hacendosa y cuidando de la salud de Cuco, después de tomarle las medidas exactas, le confeccionó un primoroso traje, que para sí quisieran muchos de los submarinistas de la zona…(bueno a lo nuestro) las olas subían y bajaban, a veces parecían estar en lo más alto de una montaña, otras parecía que querían llegar hasta las puertas de los avernos. Ellos seguían pescando y engañando a los tontos peces. Cuando Polidora se dio cuenta, en la punta del sedal Cuco no estaba, miró por todas partes, lo llamó, miró la plana y cambiante superficie de aquel mar en el que las olas subían y bajaban siguiendo el ritmo de aquel vals, arriba, abajo, un…dos…tres…el grito desgarrador de Polidora, se pudo escuchar en las aguas de Ibiza, pero nadie se preocupó de que en el Cabo de las Huertas, hubiera desaparecido Cuco, un simple gusano, enamorado de una aprendiza de gallina de las Rhode Island Rojas de las de toda la vida. Polidora, cree que un día volverá Cuco, para ellos seguir siendo felices y que yo pueda terminar esta crónica, sin matar a nadie, que luego mi marido, me coge manía. Pepaherrero FIN
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