lunes, 27 de agosto de 2012
LA PUERTA ABIERTA
El fuerte rigor del verano, hace que nos encerremos en lo más fresco de nuestras casas, el calor y el tiempo, no perdonan, aquella tarde cuando sonó el teléfono, pensé que la hora era de alguien a quien le hiciera falta algo, ¿si no? ¿de qué? Bueno no era una mala noticia, era una buena hora, para recibir la llamada de un amigo y eso es lo que resultó, la llamada de un amigo…pepa, me gustaría, que tú marido y tú, vinierais a mi casa el día que os viniera bien…
La respuesta era clara y concisa. Carlos, para los amigos, siempre estamos dispuestos y a continuación, quedamos en la fecha y la hora. Se nos hizo larga la espera, Carlos y Lolita, son personas a las que siempre tenemos especial atención, quizás sea la vena de pelotas que todos llevamos dentro, quizás con eso, consigamos más consideración, o tal vez sea el placer de estar con personas que nos son gratas y con las que es verdadero placer, el poder compartir una tarde.
El Xsara Picasso, coge el camino de Villa Elena, al llegar a la altura de San Vicente, la temperatura ha bajado dos o tres grados y la tarde se hace suave, mi marido no duda ni una sola vez, y sin prisas nos vamos deslizado hasta la residencia de los amigos, al llegar a la puerta del chalet, Carlos sale a recibirnos y Lolita, siempre ocupada en la limpieza del jardín, se queja con amargura de que el aire que ha hecho estos días, ha dejado el jardín y la piscina, como el Ecce Homo de la tan hoy famosa Cecilia Giménez, sólo que tapados por las agujas de los pinos, y dando gracias, que no hace mucho, se limpiaron los árboles ¡que si no!.
El recibimiento, fue como siempre cariñoso, en la cocina y su gran mesa, no faltaban los dulces hechos por la cordobesa mano de Lolita y el “agua de limón” nos refrescó aquella tarde calurosa. La cosa, me sorprendió por inesperada, tengo a Don Carlos Bermejo, por persona culta y sé de su amor a la literatura, pero lo que nunca llegó a pasar por mi mente, mente de escritora amateur, a quien ni si quiera nunca se le ha pasado por la cabeza el pensar, que lo que escribe, pueda tener un valor literario a ningún nivel, tan sólo el poder contar alguna historia, que pudiera llegar a entretener a algún amigo. Me encuentro que Don Carlos, me quiere hacer el honor, de dejarme leer, algo que él ha escrito y que yo no creo estar capacitada para poder criticar, pero lo que si que tengo muy claro, es que le agradezco el que se haya fijado en mi humilde bolígrafo, para decirle con cariño y con respeto, lo que pienso de su escrito, no sin antes consultarlo con la almohada y poniendo mi más dura critica.
La velada, como todos pueden suponer, fue de lo más agradable, las atenciones de ambos esposos, fueron deliciosas y el dibujo que me hizo Elena, está guardado con tanto cariño, como ella puso en hacerlo. pepaherrero
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