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domingo, 21 de octubre de 2012

ENTRE VOTOS Y BOTOS

Hoy, sobrada de dineros la nación y con tiempo para pasar el rato, los gallegos y los vascos, van a votar. Y el hecho en sí, requiere que a la vez que voten a unos, botarán a los otros, pero al final, la fiesta, la pagaremos entre todos. A doña Maruxa, le cogía de paso ir a votar con la cesta del rico marisco, que había cogido en la ría desde mucho antes de que saliera la ralla en el horizonte, encargada de delimitar la luz de las tinieblas, pero eso a doña Maruxa, no le decía nada, ella más bien pensaba en sus pobres riñones, en lo mal que lo estaba pasando y sobre todo en su hijo. Era Moncho un zagal de veintidós años y ya estaba haciendo su carrera de médico. Desde Cataluña, todos los días hablaba con su madre y le contaba como llevaba los estudios. Si el santo patrono Santiago quiere, el año que viene por estas fechas, estaremos trabajando en Australia, y ya no tendrá que salir a mariscar más, madre. Aunque Maruxa sólo tenía cuarenta y ocho años, su cuerpo y su alma, aparentaban no menos de sesenta. Cuando conoció al señorito madrileño, vio en él todo lo que en sus sueños había visto, era alto, guapo, de lánguida mirada y sonrisa de ángel. En aquella época, Maruxa, había tenido una mala experiencia, su novio Manel, marisquero como ella de toda la vida y vecino de nacimiento, la abandonó, ella era dura y trabajadora y en su casa, su madre siempre se preocupó de que llegara virgen al matrimonio, pero Manel conoció a Anduriña y a los diez días, ya se hablaba en el pueblo de que si alguien no lo remediaba…pasó sólo un mes, pero lo que todos temían, pasó. Manel y Anduriña, un buen día desaparecieron del pueblo. Cuando volvieron, en el cuerpo de Anduriña, ya se perfilaban las huellas de lo que el tiempo le había dejado. Aquel día, cuando Maruxa regresaba de mariscar, sintió que alguien iba tras ella, cuando la alcanzaron, vio que era Manel. Manaruxa se paró en seco él trató de contarle todo lo que le había pasado, pero Maruxa, no escuchó ni una sola palabra, pensó en su madre. Y también pensó, que si hubiera hecho lo que hizo Anduriña, ahora estaría a punto de ser madre y tendría un marido en quien apoyarse. Pero Maruxa siempre ha sido mujer bravía, la venganza sería terrible. Aquella misma noche, paseó por el pueblo, paseó hasta que encontró al señorito, ella como mujer, no había dejado de darse cuenta de la mirada del señorito, sólo tuvo que reducir su marcha, sólo unos pasos más y el señorito llegó a su lado, la cogió del codo y la hizo detenerse. Hola sé que te llamas Maruxa y te he estado mirando desde que llegué al pueblo, mi nombre es Isidro y soy madrileño…el tono chulapón y sus modales desenvueltos, no fueron su mejor carta de presentación, Maruxa, siempre había estado acostumbrada a otro tipo de tratos, pero la venganza era lo primero…si supieras señorito la que te espera…por la mañana, el puesto de trabajo de Maruxa, estaba desierto, no apareció ni aquella noche ni las sucesivas, la venganza estaba en marcha, el señorito iba a ser padre y Maruxa estaba embarazada. Se casaron sin ninguna ceremonia, Maruxa después de dar a luz, trabajó de nuevo, para dar de comer a su hijo y al padre, ¡Núnca! Ni un solo momento hubo un momento de amor entre ellos, pero la venganza se consumó. Maruxa no consintió que aquel señorito madrileño, se comiera el pan de su hijo, aquella mañana de pertinaz chirimiri, puso la ropa del señorito y al señorito en la puerta de la calle, sólo cuatro palabras de despedida, si vuelves te mato…pobre Maruxa. pepaherrero

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