jueves, 2 de febrero de 2012
LA NOCHE DEL FRIO
En mi pueblo, no es que haga mucho calor, pero el frio, tampoco es muy intenso. A veces llega la ola siberiana y nos deja las narices rojas como tomates, pero de ahí a frio…Frio…Bueno a veces sí y aquella noche fue de estas últimas, cuando las mujeres salían del trabajo, un manto de hielo había cubierto las calles de Elda, el viento del Norte, hacía que se cobijaran bajo sus abrigos y acelerasen el paso. Cuando los primeros copos de nieve, empezaron a remolinear delante de aquellas mujeres, las bromas empezaron a subir de tono…Pero ¡no! Es mejor no contar aquellas historias, que luego algunas almas menos duras, que las forjadas en el duro trabajo de los zapatos, pueden interpretar como de mala educación.
Por la mañana, los siete centímetros de nieve acumulada en las calles y los menos nueve grados, en los termómetros, hicieron suspender las clases para los niños durante tres días, ¿quizás los más alegres de mi vida? Bueno no me acuerdo muy bien, mis recuerdos se pierden en la distancia de los años, cuando mi hermano me vino a buscar para ir a ver la nieve, mi madre, me empaquetó, como si de una partida de zapatos se tratara y después de envolverme en la última capa de abrigo, a hombros de mi querido hermano (de mi héroe) empezamos la aventura llegando hasta la plaza de Castelar, casi, casi, había que pagar entrada de tanta gente como se encontraba allí, niños haciendo sus muñecos de nieve, capazos de zapatero, unos de esparto y otros de goma, servían de improvisados trineos, de los que tiraban hermanos mayores y los niños nos moríamos de la emoción, por la noche la nieve se congeló, los carámbanos en los tejados, nos miraban como dagas amenazantes y lo que en principio iban a ser tres días, se convirtieron en tres semanas, Don Paco y no podía ser otro, dijo que su escuela, si que se abría, los padres, no tuvieron más remedio que llevar a los hijos a la escuela, en la clase, la estufa de aserrín no daba abasto para calentar el local y el frío hacía que los ateridos estudiantes, no pudieran concentrarse en los estudios. Nos contaba Don Paco, que aquel año que en Córdoba, la nieve llegó a la altura de…Bueno Don Paco, era tan mentiroso como buen maestro.
A las nueve y media de la mañana, una comisión de cuatro niños, fueron a ver porque no había llegado el maestro a la escuela y la sorpresa fue grande al saber que Don Paco, se había roto la pierna derecha, al resbalar y dar con su cuerpo, encima de la nieve congelada, en una carretilla, de un zapatero de los de la época, lo llevaron al hospital y allí le arreglaron “la pata” y es que el hombre tuvo “muy mala pata”, a pesar de la nieve congelada y casi sin obligación, sus alumnos le íbamos a visitar y no le faltaron margaritas silvestres, que ya en aquella época empezaban a iluminar la próxima primavera. Pepaherrero de seis años
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