lunes, 18 de junio de 2012
EL VIENTO Y LA VELA
El viento, se alimenta de la fuerza de los dioses y a la vela, la empuja la inteligencia del hombre aún por encima de la fuerza del viento. Nadie hay más fuerte que Dios, sobre la fuerza, manda la inteligencia, la inteligencia es capaz de hacer uso de la fuerza, para convertir la fuerza en energía aprovechable.
…Y Dios creó la luz…y con ella el hombre se alumbró dejando atrás las tinieblas. …Y Dios creó la noche…Y el hombre, aprovechó la luz que Dios había creado para alumbrarse. …Y Dios creó el saber….Y el hombre, aprovechó la ciencia para valerse de él, perfeccionarlo y darse herramientas para su trabajo…Y Dios creó la enfermedad…Y el hombre estudiando la ciencia y el saber, creó la Universidad, donde aprendió a afrontarla y a erradicarla…PERO…
El hombre, se creyó Dios…Y Dios vio la pequeñez del hombre y se rio y mirando al hombre, sólo vio un miserable ser de su creación, queriéndole hacer competencia, los cielos temblaron, las nubes se movieron como serpientes enfadadas, las aguas tomaron las orillas de los mares, de los ríos, de los lagos y movidas por los vientos, se convirtieron en tsunamis y aunque el hombre, quiere luchar contra los poderes de los dioses, está todavía muy lejos de acercarse a su poder omnímodo, los dioses, nos aventajan a la hora de inventar formas de vengarse del orgullo de los hombres y nos mandan los tsunamis, como pasó en el año mil novecientos cincuenta y ocho en Lituya Bay (Alaska) o el temido y recordado de Bauda Aceh en el año dos mil cuatro en el Océano Pacifico, quizás nos sea de más cercano recuerdo el de Japón aquella tarde del once de Marzo del año pasado, cuando a las catorce horas, la televisión de todo el mundo, nos llamaba desde su pequeña ventana para hacernos saber que en Japón… (Aquí, se pasaron los dioses).
Aunque ya los primeros pobladores de la tierra, conocieron los efectos del tsunami, hoy los hombres no hemos encontrado la forma de luchar contra los dioses enfadados y aunque pretendemos saber más que ellos y ponemos todo nuestro empeño en conseguirlo, siendo tan pequeños como somos, tenemos que conformarnos y aprender con modestia, pero con firmeza. Cuando yo era joven, el cáncer, era sinónimo de muerte, hoy tenemos mucho camino ganado, el sida era muerte segura y degradante, hoy cualquiera puede ser portador del virus. Dios es Dios y el hombre, no puede llegar a su altura más que después de muerto. Lo único que podemos pretender, es luchar contra todas las plagas que los dioses nos quieran enviar y respetarlos por lo que son y por lo que no pueden dejar de ser, porque si dejan de serlo, el hombre querrá ocupar su puesto y tal vez sea peor para todos…mueran todos los dioses humanos y respetemos a los que nos dieron aquellos nuestros sabios antepasados. pepaherrero
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