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sábado, 28 de septiembre de 2013

AYUDADOR AYUDADO

El niño lloraba, el hambre aprieta antes al niño que al anciano y Kiko no lo podía disimular, su abuela se levantó y fue hasta la nevera, cómo no tenía nada más que las lentejas que le habían sobrado de la comida, hizo un puré con ellas y echó un poco de azúcar, Kiko, tenía fama de ser goloso y aunque el hambre le apretaba, no estaba seguro de que “aquello” le fuera a gustar. La abuela Ascensión, podía con todo menos con las lágrimas de su nieto del alma y Kiko, se aprovechaba del especial cariño de su abuela…abuela…si me como “eso” me darás cinco Euros para…la abuela, miró en su monedero y los cinco euros que tenía para comprar la carcasa de pollo para su cena, le dio a su nieto el billete…que duro es ser abuela y madre de parado, su hijo Manuel, se quedó sin piso al perder el trabajo, su mujer, se fue con un representante de libros y a los pocos meses, hizo el intento de devolvérsela, pero Manuel no encontraba trabajo y pensó que otra boca para comer en casa de la abuela… La abuela Ascensión, al quedar viuda, le había quedado una pensión con la que poder vivir holgadamente los días que le quedaran, aunque ella todos los días pedía a su Dios, que se la llevara con su difunto marido, pues ella sola se aburría, Dios se apiadó de ella y a los pocos días de que ella le hiciera el pedido, tuvo una gran idea, su hijo Manuel, se había quedado sin trabajo y pensó, que su madre. Podría hacerse cargo de Kiko, mientras él hacía los trámites del paro y organizaba su vida. Los tramites del paro los hizo, pero según lo cotizado, no tenía derecho a percibir ninguna ayuda, por lo que tuvo que ir a hacer compañía a su madre y a Kiko en la casa materna, cada día era más decepcionante, su panorama, después de mucho dar vueltas, consiguió una ayuda de doscientos Euros mensuales, para él y para su hijo. El tiempo pasó, se adaptaron (más o menos) a vivir con la pensión de la abuela, que si para ella sola era casi suficiente, para las tres personas, se había quedado muy corta. Manuel seguía buscando con ahínco, no le servían de nada sus dos carreras ni los idiomas que hablaba, en muchas empresas vieron sus espaldas saliendo por la puerta, pero no vieron los ojos llorosos de un padre incapaz de dar de comer a su hijo y de vivir del sacrificio de su madre. Hace seis meses, le ha cambiado la vida a Manuel, ha encontrado un trabajo, cada día va al aeropuerto y allí trabaja para una empresa y cada mes se gana cuatrocientos Euros, ahora le han dicho en la empresa, que si quiere seguir trabajando, tendrá que coger la baja y automáticamente, le darán de alta en otra empresa de similares características. Manuel es feliz. Y a mí me da pena…y me causa un respeto imponente.pepaherrero

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