viernes, 15 de noviembre de 2013
EL CUENTO DE LA LECHERA
Ante todo tengo que pedir perdón a quién no es responsable del hecho, pero la verdad es que cómo ya lo hemos vivido en más de una ocasión, espero que por lo menos sea la última vez que tengo que pasar por la desagradable situación de tener que estar esperando por los políticos y mucho menos tener que aguantar la mala educación de personas afectas a la “artista invitada” que llegaron tarde y molestando al auditorio que cómo personas educadas aguantaron estoicamente las molestias que con sus entradas y salidas ocasionaron.
El amigo Bruno, cómo siempre estuvo en su papel de introductor de embajadores, Doña Asunción Sánchez Zaplana, en principio se olvidó pedir excusas por su tardanza, pero al parecer, va aprendiendo de sus mentores y al público asistente, lo ignoró hasta bien entrada su charla, (la que le recordó, que por culpa del PPS había llegado tarde). Pero por lo demás, luego su charla aprendida cómo se aprende una lección a la que luego puede escuchar el maestro, fue aseada aunque a mí me recordó el cuento de la lechera y es que una cosa es predicar y otra dar trigo.
No es que la charla, no fuera amena, serlo sí que lo fue, pero muy cerca de mí una persona no pudo evitar dar alguna que otra cabezada, hasta el momento en que la ponente dijo algo del pago de los medicamentos, a lo que la persona se quejó por lo bajini (cómo corresponde a persona bien educada) de que a él los medicamentos que hasta ahora le eran gratuitos, ahora tenía que pagar sin más explicaciones.
Siguió con su discurso la consejera de bien estar social y si bien tenía su encanto cómo conferenciante, no lo tuvo tanto en cuanto a la credibilidad de su discurso, aunque seguro que a todos nos hubiera gustado que sus buenos sueños de lechera, hubieran sido realidad, no señora Consellera, si no hubiese venido usted tan bien arropada, quizá no hubiera escuchado tantos aplausos…o sí, pero hubieran sido los aplausos del pueblo dedicados a usted, así, lo que escuchó fueron los aplausos de la clac a usted y a las intervenciones de sus allegados, a mí la verdad, me resultó un poco agria la leche de su lechera, para el presentador y para el Ateneo, cómo siempre mis respetos y ojalá la próxima charla, sea una charla cultural y no un panfleto propagandístico. pepaherrero
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