La verdad, es que el título a simple vista, parece un plagio. Pero si
tienes una poca de paciencia, verás cómo no es lo mismo (aunque lo parezca.)
Don Antonio López Martínez, tuvo la suerte, de conocer a aquella
hermosa niña. Teresa de la Cruz de los grandes nombres. Él, había terminado su
carrera. Y ella acababa de llegar del colegio de monjas. El destino los juntó y
las familias dieron el visto bueno. Sólo tenían un pequeño problema. ¡Él, no
tenía trabajo,! pero los tiempos que corrían, no eran muy duros. Una nueva
carrera y unos buenos apellidos del señor suegro, lo solucionaron todo.
Y aunque nunca se supo cual era la carrera de Don Antonio, si que quedó
constancia de su buen hacer en su puesto de inspector jefe de las distintas
plantas nucleares del país.
Años después, Don Antonio, fue condecorado por su trabajo bien hecho y
por su segundo hijo. Un niño rubio y simpático, que pronto sería el orgullo del
matrimonio. El pequeño Antoñito, desde siempre, fue un niño prodigio y sus
estudios fueron superados con grandes notas.
El tiempo pasa raudo. Ahora después de pasados tantos años, la vida nos
vuelve a unir. Don Antonio, es un venerable anciano, acogido en la casa de su
hijo Antonio, su nuera, es una gran persona y aunque a veces, abusa un poco de
la benevolencia del suegro, todos viven felices y contentos.
Sólo un tiempo después, en el plazo de dos años, habían cambiado las
cosas. Antonio hijo, había perdido su trabajo en el banco...primero le hicieron
despedir a compañeros de inferior grado y luego un compañero de mayor grado que
él, se encargó de ponerlo en la calle.
La pensión del abuelo, dio para mucho, los niños siguieron estudiando,
el padre sin encontrar trabajo. El abuelo recibió del pueblo los impuestos,
aquel año, todo había subido. Los mayores, tuvieron que apretarse el cinturón.
Al gobierno, eso no le importaba, tenía que pagar, pagar, pagar...los problemas
fueron subiendo en la casa. Y para colmo, el abuelo, cayó enfermo de cierta
gravedad.
La nuera, pensó con gran desparpajo, que lo mejor que podía hacer el
abuelo, era vender las casas y las fincas, que con tanto ahínco había
conseguido ahorrar durante toda su vida.
Con la excusa de ver al resto de la familia, regresaron al pueblo de
Castilla. Los bienes, fueron malvendidos, los impuestos fueron impresionantes y
la salud de Don Antonio cada vez estaba más debilitada. Tal parecía lo mal que
lo pasó aquel viejo en el mar, hambre, sed, duro trabajo y un rumbo
desconocido...pobres ancianos. Lucharon toda su vida, para encontrarse con una
muerte triste y criticada. Ningún político agradeció su trabajo y sufrimiento.
Lo único que hicieron, fue echarles en cara, que por falta de fondos, el
gobierno no podría seguir pagándoles sus pensiones. Ellos lloraban tristemente,
no les importaba morir de hambre, sólo pensaban en el hambre que les iban a
dejar a sus hijos y a sus nietos...¿a quien podrían votar, que arreglara el
país?...pepaherrero
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