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martes, 13 de septiembre de 2011

DESPUES DEL RAMADAN...

Habían pasado ya el mes del Ramadán y Yamina, sus hermanos y su madre, volvían de nuevo a su casa, todos los años hacían lo mismo, el mes de ayuno, aunque no afectaba todavía a Yamina, ni a sus hermanos, la madre, tal vez por ella, o por ayudar a sus padres ya mayores, era puntual a la cita en el oasis. Eran doce jaimas, doce tiendas de lona, que albergaban a otras tantas familias, entre todas las familias, se reunían cuarenta y dos personas, todas las personas mayores, cumplían fielmente los mandatos del profeta y desde la primera luz del día, hasta que el ojo podía ver la última luz, nadie comía ni bebía tal como manda el Corán.

Yamina a sus doce años y aunque era una niña, hacia las tareas de un adulto y en el oasis, era considerada como una belleza, que pronto encontraría un hombre que la pidiera en matrimonio, pagando un buen precio por ella, se decía a escondidas, que Abdelalín, hombre ya maduro y uno de los más ricos del oasis y también de la región, ya había echado el ojo a la niña y estaba a pagar por ella lo que su familia pidiese.

Yamina, había salido al palmeral, a buscar dátiles para su familia y estando buscando los frutos caídos en el suelo, pasó Miguel, joven árabe que convertido al cristianismo, contra la voluntad de su familia (todo el oasis) fue convertido en el pastor de todos los animales que pudieron reunir, con el único fin, de que estando en el desierto, no pudiera seguir con sus ideas de infiel.

Cuando vio a la niña que trataba de esconderse, detrás de unas palmeras, Miguel, se acercó y habló con la joven. Le contó historias de Jesús y le dijo que cuando fuera mayor, se marcharía del oasis a estudiar a Europa. Le habló de sus sueños, le dijo que formaría una familia con la mujer de la que se enamorase y que tendrían cinco hijos. Al principio Yamina, le escuchaba hablar, como si sus raras historias no las pudiera seguir su mente, luego, empezó a oír el burbujeo de la voz de Miguel, como si la estuviese meciendo en un baño de espuma y fantasía.

Los hermanos de Yamina vieron como el pastor del oasis, se alejaba del palmeral, pero no pudieron ver, que en los ojos de Yamina, el sol de la tarde, había bordado la luz del amor. Cuando llegaron a casa, el señor Abdelalín, salía de hablar con la madre de Yamina, había pagado una fortuna por la niña y habían concretado que los esponsales, se celebrarían el próximo año, después del Ramadán, durante la fiesta del cordero. Dos meses después de los esponsales, Yamina murió y en su pecho, encontraron tatuada una cruz y las palabras !MIGUEL ES AMOR!
pepa herrero

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