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jueves, 15 de septiembre de 2011

SUSURRAME...AMADO MIO

Aquella noche de este verano, cuando la velada ya declinaba, cuando las ranas ya vencidas por el sueño, iban dejando su canto y se retiraban al amor de los nenúfares, a la sombra de un cigarrillo y donde las velas no alumbraban para que nadie la viera, la niña con voz suave con voz de mujer enamorada, empezó a cantarle a su enamorado.

..."Apoyá en er quicio de la mancebía, veía pasarse la noche de mayo." Y todos los hombres, que aun permanecían despiertos, abrieron unos ojos como platos y como si fueran gaviotas chismosas, se acercaron sin hacer ruido, sus sillas, dieron la vuelta, dejaron de mirar la pérgola donde hacía sólo unos momentos, habían sido deslumbrados por la actuación de dos mujeres, que supieron erizarles el bello de sus brazos. Ahora abrían bien sus oídos, para saber a qué le sabían los besos del caballista, que sin bajarse del caballo, fuego le pidió y ella con sus labios, encendió hasta la última gota de su sangre.

Muy dulce, muy suave y muy por lo bajo, iba la joven desgranando su canción, al oído de su amado y mientras los hombres calmaron escuchándola su sed de amores, a ella sólo le impresionaban aquellos ojos verdes...De verde, verde limón y cuando la joven de voz de plata, nos contó a todos que aquellos ojos se le habían clavado en el corazón, el suspiro de nuestros hombres, hizo que algunas ranas, despertaran de aquel sueño tan bien ganado.

Languidecía la noche, las estrellas se retiraban a sus palacios de nubes y amores, acompañadas de los luceros y sólo quedó alumbrando, el lucero del alba y mientras nosotros llegábamos cansados a casa, él repetía...Al verde, verde limón...
pepa herrero

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