lunes, 21 de mayo de 2012
PELICOCO, EL LUNA Y PASOS LARGOS
Ahora la guardia civil…Manuel. Van vestidos de paisano…Manuel. En busca del Pelicoco…Manuel. Del Luna y el Pasos largos…Manuel. Así cantaban nuestras abuelas y así los conocía el acerbo popular y aunque yo creo que en aquel cantar, se juntaron tres nombres que no coincidieron en la historia, ni en el espacio, ni en el tiempo, a mí me gustaba creer en estos cuentos de viejas.
Al parecer, el Pasos largos, había sido guardia de una finca y si bien no parecía que la guardara muy bien, pues al parecer se dedicaba a vender a la gente pobre, las piezas que cazaba en la finca que tenía que guardar. Mientras él cazaba, sus amigos vigilaban los sitios por donde pasaba la guardia civil, para evitar que estos pudieran descubrir al guardián furtivo. Muy joven, se marchó a Cuba a hacer el servicio militar, eran los albores de los años de mil novecientos y allí conoció la verdadera vida de los montes y como atracar a las gentes que en ellos vivían, o que por ellos circulaban, técnicas que puso en practica al llegar a la tierra madre.
Cuentan que denunciado por el dueño de un cortijo que había atracado, la guardia civil lo detuvo y le dieron tal paliza que estuvo mucho tiempo sin ganas de volver a por más, pero cuando su cuerpo se recuperó y su mente se puso en marcha, la venganza fue terrible, primero mató al hijo del cortijero y luego acabó con él.
También cuentan, que un día hizo su prisionero a un rico de Málaga y lo hizo seguirle al monte, desde donde pidió un fuerte rescate y al parecer, en el tiempo que estuvieron juntos se hicieron grandes amigos, llegando después este hombre a contar los pasos que en su búsqueda daba la guardia civil.
De nuevo fue denunciado por la mujer de un cabrero, quien le dio una cita y mientras el Pasos largos, cortejaba a la dama, la guardia civil, cerró con dos carretas de grandes toldos, las dos salidas de la calle. Al darle el alto la guardia civil y sus escopeteros, salió por la chimenea de la casa, saltó a la calle y corrió hacia una de las carretas, mientras los guardias hacían fuego sobre él, al parecer varias balas atravesaron su cuerpo, pero consiguió saltar por encima del toldo de la carreta, poniéndose a la fuga. Al poco tiempo fue muerto de dos balazos en la cueva del Parmito.
Al parecer, el Pelicoco, era un bandolero afincado en el pueblo de Elda, y se cuentan tantas historias que me faltaría sitio en el blog, para poderlas narrar, fue detenido en varias ocasiones y desterrado de España se fue a vivir a Francia, desde donde como si fuera un paseo y atravesando los Pirineos, de vez en cuando, venía a ver a su mujer y a su hija y de paso a hacer un trabajo, se cuenta que quien conseguía dar cien “golpes” sin ser cogido y devolvía lo “afanao” se ganaba su libertad, más un premio. El Pelicoco, ya tenía en su haber la cantidad de cien asaltos sin ser cogido, pero dudaban de que uno de ellos se hubiera realizado sin “ayuda” se trataba de un motor de la fabrica de Rodolfo Guarinos que pesaba por encima de los mil Kilos, le hicieron repetir la azaña y cuando volvió a repetir la hazaña sin ayuda de nadie, lo detuvieron, y haciéndole ver que ese era el robo número cien, lo metieron en la cárcel, de donde dos días después se evadió, regresando atravesando los Pirineos hasta su refugio francés, este angelito nació en el año mil novecientos treinta, por lo que es muy difícil que se pudiera juntar con la otra perla, pepaherrero
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