Cuando vi quien se me venía encima, el susto no me dejó respirar, eran “Nora” llevando en sus lomos a “Ejem” y al pensar en estos personajes, sin dudarlo, se me echaron a temblar hasta las uñas de los píes, antes de que me dijeran nada, ya sabía yo que el problema que venían a plantearme, iba a ser de difícil solución, pero cuando me pusieron al corriente, no tuve más remedio que llamar a todas mis fuerzas de ataque y gritar con todas mis fuerzas, ¡a mí mis leales! Ha llegado la hora y no va a ser nada lo de Libia, con la que se va a liar aquí.
El gorrión, tardó menos de lo que yo tardo en escribirlo, ya tiene formada su escuadrilla de asesinos voladores, dispuestos a entrar en combate y con todas sus armas en perfecto estado de revista.
A “Roco” me costó algo más el poderlo localizar y cuando tenga tiempo, os contaré el porqué y cuando lo encontré, estaba el pobre más bien un poco desnutrido. Mi intención, fue no llevarlo a la batalla y si hubiéramos tenido un buen fisioterapeuta, seguro que le hubiera firmado la baja lo menos por dos meses, pero en cuando le dijimos cual era el problema, no lo pensó y nos dijo;-dentro de cinco minutos, estaré en perfecto estado de revista y a la orden, en la catifa de “Ximet.”
Las lágrimas estuvieron a punto de saltarme, cuando “Roco” me nombró a “Ximet,” las noticias que tenía de nuestro pequeño vecino, no eran muy buenas últimamente y las pruebas a las que se tenía que someter, eran tan duras, que hacía falta ser muy niño, para poder superarlas.
Mary-Pili, ya no la tengo de vecina, pero al llamarla por teléfono y decirle de que se trataba, nos dijo que estaría esperándonos en Petrer en la bassa del Moro y cuando llegase la catifa, ya tendría ella preparada la munición que haría falta para organizar el ataque, valiéndonos de la sorpresa…Sorpresa la mía, cuando nada más terminar de hablar con Mary-Pili, es mi teléfono el que suena de forma desaforada, como diciendo, ojo que yo también soy de esta guerra, nada más llevarme el aparato a la oreja, el himno de nuestra escuadrilla, aquel que siempre que hemos ido de excursión, hemos cantado con todas nuestras fuerzas, me llegó en un silbido que si bien me dejó sorda en un principio, nada más oírlo su música celestial me llegó al alma y por el mismo aparato telefónico le llego mi abrazo a “Ximet” con tanta fuerza, que casi, casi, tenemos allí nuestra primera baja. ¿Pero niño, tú no estás tan mal? Calla pepa que yo lo que tengo es cuento…Y unas ganas locas de entrar en acción. FIN DE LA 1ª PARTE
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