Vengo del blog de mi marido, que está ahí, ahí en frente mismo, quierosabes.blogspot.com y la cosa está que arde, al parecer, está un poco molesto con Rajoy y sus muchachos y mira que le digo que no haga caso y es que yo, lo entiendo, cada uno, tiene que ir a lo suyo y tú no sabes nada de política, así, que mejor estás callado. Pero él no me comprende y siempre está erre que erre. Bueno (y con eso que sacas) lo único que puedes conseguir, es que personas que estén de acuerdo con ellos y sean amigos tuyos, se molesten contigo, ¡tienes que ser más político! Y saber poner la otra mejilla…Peeeepaaa, ¿eres tú la que está escribiendo…eso?…Pues aunque sea tu blog, no te lo voy a consentir, tú cuenta tus historias. Y si no tienes de que escribir, escribes el credo cien veces, pero a mí, en tus historias, ni me nombres, que luego todo son malentendidos y quedo mal con la gente. Tú sigue con lo tuyo, que lo mío yo me lo arreglo y si no estás de acuerdo, me pido el divorcio bloguero, que para una vez que se me ocurre escribir algo…
Hoy no está el horno para bollos, así que a otra cosa mariposa.
El patio era un señor patio, el aire en verano corría como si fuera a ganar una carrera, que fresquito tan bueno, que siestas tan deliciosas y por si faltaba algo, Cristina, la mujer del primo Antonio que era una delicia de persona, siempre estaba pendiente, de que no nos faltara el cafetito fresco o la infusión. Eran tiempos distintos y allí en Cordobita la llana, los veranos los celebraban con refrescos por las tardes y después de las cenas, siempre había una sabrosa y fresca sandía, para hacernos compañía. Antonio que antes fue herrero, trabajador del hierro forjado, hoy ya establecido por su cuenta, hace unas inmensas maquinas para amasar hormigón, yo creía que eran grandes hormigas, pero cuando un día nos llevó a la nave, en aquel pueblecito de Granada (Maracena) creo que se llamaba, me enteré de que el dichoso hormigón, no tenía nada que ver con las hormigas. Bueno sigo…Como solía llegar tarde, nosotras, después de dar un paseo por el centro de Córdoba y sudando como no se puede describir, llegábamos con el niño hasta la vivienda (muy, muy cerca de la plaza del Cristo los faroles) y la suave temperatura de aquel patio, nos envolvía, la noche cambiaba haciéndose poesía…(Y a la luz del resplandor, que alumbra la plaza vieja, rezo al Cristo con fervor, para lograr el amor, de la gitana princesa) que noches tan bonitas, que recuerdos tan dulces…Y mi marido gruñendo, lo veo salir de su blog, quierosabes.blogspot.com ¿Qué me habrá hecho? pepaherrero.
jueves, 12 de enero de 2012
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