Que soplaba entre los jarales, con tintes de malva y oro, llegó el chiquillo hasta el claro, con el susurro del viento, hasta que salió la luna, él apretaba al miedo, el miedo lo atenazaba y el viento mueve las hojas y con su suave canción, al chiquillo le cantaba. No tengas miedo chiquillo, escucha y no temas nada, días de gloría te esperan y los clarines del miedo, sólo son para cobardes, mira hacia el cielo a la luna, la luna ya está de plata y el toro negro te espera, te espera en la explanada, no tengas miedo chiquillo, tu valor me llega al alma, coge el chiquillo el capote y hasta el toro se acerca, eh,eh, torito de noche eh,eh torito de luna llena, por el camino del toro, el niño pisa la arena, mírame torito negro y de mí no tengas pena, que voy buscando la gloria y una morena me espera y el viento canta en la noche y aquella luna altanera, con su luz protege al niño, sin saber de la morena.
Ya han pasado cinco años y aquel que un niño era, hoy es un hombre de nombre de nombre en las carteleras. En las taquillas de sol, los seguidores esperan, poder comprar una entrada, de las pocas que ya quedan y las mulillas cantando su ronda cascabelera, hoy es un día de triunfo, la puerta grande te espera, rumores en los tendidos, las cuadrillas ya no esperan, van saliendo uno a uno y al frente de la cuadrilla y blanco como la cera, el maestro a su capote, se agarra como una fiera, se termina el paseíllo y el capote de faena, se abre en la arena dorada y la barbilla le tiembla, hay un susurro del viento ¿dime niño, a qué esperas? Espero sin esperanza y sin nadie que me quiera, la mujer que me dejó, aquella linda morena, se ha llevado mi valor, mi hombría y mi cartera y ahora delante del toro, que me mate o que muera. Sólo me queda rezar a aquella luna lunera, que aquella noche de viento, me miró de otra manera. Y la luna que salía a ver torear al niño, lo vio morir ante el toro…En la plaza, en la arena…Y lloró por el zagal, por aquel zagal que viera, un día torear a un toro, en la explanada del campo allí, allí donde se viera, empezar el triunfo de un niño, que con el capote abierto, se lucía ante el toro, mientras susurraba el viento. pepaherrero
martes, 17 de enero de 2012
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