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domingo, 1 de julio de 2012

DEL PERSONAJE, EL BREBAJE

Cuando nos vimos en el hall del hotel Meliá, la alegría fue la misma, que si nos hubiésemos visto en la estación de Atocha, después de cinco meses sin vernos, pegamos la hebra al momento y me contó una historia encantadora, el cuadro había tenido mucho éxito en la exposición, ya lo sé, el cuadro, era una copia y los personajes de aquella sacristía, no eran de los más “chic.” Se acabó la exposición y alguien, se ofreció a comprárselo, el artista no se pudo negar, se lo pagaron en varios plazos, el primero fue con amor, el segundo con toda una vida, el tercero con gran sacrificio, el artista, cada vez estaba más satisfecho del resultado de la venta, pero es que además, el comprador (bueno, la compradora) le dio la oportunidad de poder seguir viendo su obra al artista y él se lo agradeció y se lo agradece, todos los días cuando mira el cuadro, piensa que es el más bonito que ha pintado en toda su vida y aunque los plazos económicos, al parecer no los ha cumplido la compradora, él, se da por pagado y está dispuesto a seguir haciendo tratos con su querida clienta. Hoy a don Ramón Rodríguez y a su señora, les queda la inmensa dicha de pode admirar esa maravilla que el maestro hizo para aquella exposición, que todos admiramos durante mucho tiempo y que gracias al talento artístico de su señora esposa, disfrutan desde el principio del día, hasta la hora de cerrar los ojitos hasta mañana, en que de nuevo los dos, podrán embelesarse admirando la gran obra que el maestro Mariano Fortuny, dejó allá por el año de gracia de mil ochocientos setenta y que al parecer, pintó por inspiración divina, para que ciento cuarenta y dos años después, el maestro Rodríguez, se luciera de nuevo con él. Y mientras tanto, nosotros, los simples mortales de a pie, hemos tenido la gran suerte de poder ver y comparar una y otra obra y aunque alguien lo pudiera confundir en su momento, con un Goya, yo pienso que la obra, desde que el maestro Fortuny en aquella puerta, facilitada por su modelo Arlechino, pintara esta obra de arte, lo hizo pensando que un día, don Ramón, la copiaría sólo para que sus coetáneos, pudiéramos disfrutar de dos grandes artistas, en dos distintas épocas. Gracias al maestro Fortuny, gracias por su obra y gracias al maestro Rodríguez, por ser él, por ser un artistazo, por ser nuestro amigo y porque por mucho que dijéramos de él, siempre nos quedaríamos cortos y podría parecer que quisiéramos hablar bien de él ¿pero se podría decir algo malo? pepaherrero.

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