domingo, 15 de julio de 2012
LAS VEINTISIETE VIRGENES
Hoy ya no queda nada, los recuerdos fueron borrados, puede que sin pensar, o quizás para evitar preguntas incontestables.
Cuando las veintisiete vírgenes huyeron de su tribu, nadie podía pensar, que algo así pudiera suceder, cada diez años, la tradición hacía que todas las tribus de la zona, se reunieran y aportaran a las jóvenes vírgenes, que servirían para el sacrificio. Las fiestas ya habían comenzado y las mujeres mayores, ya habían empezado a fabricar la pócima, que conseguiría que las vírgenes, llegaran felices al martirio.
Xauná y Comán, habían pasado juntos toda su vida. Comán ya sabía que su amor era imposible, pero estaba dispuesto a acompañar a Xauná hasta la muerte si fuera necesario, mientras el ritmo de los tambores, cada vez era más rápido, mientras los bailes tribales se alargaban en las noches y mientras todos esperaban a que el astro luna, estuviera en su máximo esplendor, Comán llevaba a Xauná el único antídoto que podía neutralizar los efectos de aquel bebedizo maléfico.
Apenas faltaban dos días para que el astro luna, cual joven embarazada, redondeara sus formas, ya habían llegado a las fiestas los chamanes de todas las tribus y los guerreros más feroces, montaban sus guardias durante los días y las noches. Comán tenía la última guardia y por supuesto, lo tenía todo preparado, para conseguir que las veintisiete vírgenes, pudieran huir de su fatal destino.
Algunas reflejaban en sus rostros las huellas de aquel bebedizo, que en todas las comidas les obligaban a beber, el poder de la “inmortalidad”. Entre todas las implicadas, consiguieron neutralizar en lo posible, los resultados del brebaje, mientras Comán, ponía fuera de combate a su compañero de guardia, las jóvenes, hicieron lo mismo con las tres mujeres que las vigilaban, nadie derramó ni una gota de sangre, la operación, salió perfecta y antes de que el disco sol saliera por detrás de la isla de Wanawana, ya habían puesto mucha tierra de por medio.
Las dos canoas, navegaban con el disco sol a sus espaldas, antes de tenerlo encima de sus cabezas, habían llegado a tierra firme. Las canoas habían sido escondidas y tapadas con grandes hojas de cocoteros. Cuando los chamanes y los jefes de las tribus quisieron darse cuenta, las veintisiete vírgenes y Comán, habían desaparecido. Nadie se había dado cuenta de la fuga.
El “Nema” Jaomar, jefe de la tribu de las tierras altas y su chamán, advirtieron que aquella fuga, era de mal presagio, no se tenía noticias de que nunca se hubiera dado semejante caso, tenían que salir a buscarlas y matarlas allí donde se encontrasen, para que nunca más se volviera a dar el caso, de lo contrario, los Dioses se vengarían de todos ellos, haciendo que fueran pasto de las fieras, que se arrastran por los suelos.
Durante cinco años, acosaron a las vírgenes, ellas huyeron por todas las puertas que encontraron abiertas el las selvas, Comán y Xauná, fueron unos jefes perfectos, en las tierras del norte, una tribu desconocida avistaron a las vírgenes y con la ayuda de Neva, la hija de su jefe, consiguieron contactar con los fugados. De la tribu doce guerreros, se unieron a las vírgenes, se empezó a crear un nuevo pueblo y aunque seguían temiendo a sus perseguidores, cada día se encontraban más seguras, llegando a pensar que ya habían dejado de buscarles. En la nueva tribu, no había sacrificios humanos, para los sacrificios, utilizaron pequeños animales salvajes, que luego eran utilizados en las comidas, después de ofrecer sus vidas al astro luna.
Cayeron sobre el nuevo poblado, la noche ya hacía tiempo que había cerrado su manto, las parejas se amaban y hacían los nuevos planes para el día siguiente. La oscuridad y el silencio, acompañó a los hombres de Jaomar, aunque nunca habían sido tribus antropófagas, el ultraje hacía que fueran merecedoras de todo el mal, se comieron sus entrañas, así nunca podrían entrar al paraíso, quemaron y esparcieron todos los restos humanos. Al salir el disco sol, sólo fue testigo de que el suave viento del este, removía la arena de aquella playa, el tiempo, descubrió los cadáveres de cuarenta y cinco cuerpos, niños y adultos. pepaherrero
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