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sábado, 27 de agosto de 2011

ENTRE JUNCOS Y TARAYS

La historia es muy lejana, es tan lejana que casi no me viene a la memoria. Yo sólo era una niña y mi hermano, por herencia de mi padre, siempre ha sido cazador.

El pantano de Elda, como su nombre indica es un humedal que en tiempos remotos, sólo servía para criar Juncos, Tarays y vacas. Desde siempre a sido sitio de asueto, para los que no tenían trabajo por unos días, para los cazadores y para los enamorados, que al refugio de los Tarays y al frescor del pantano, miraban al cielo y como felices tórtolas, se arrullaban. Mi hermano, siempre se negó a que le acompañara en sus correrías cinegeticas y yo la más pequeña de los cuatro hermanos, siempre tuve un amor especial por el único varón entre tres mujeres. La caza me gustaba y si un día mi hermano me dejaba disparar la escopeta, me sentía la "mujer" más feliz de la creación.

Aquel domingo, antes de salir el sol, yo estaba despierta y en un estado de nervios, que no había nada que me pudiera calmar. Me iba de caza con mi hermano. Por cuestiones que yo no pude entender, mis padres se fueron a los baños de Alicante y mi hermano quedó de "responsable" de la pequeña del clan. Si se enteran los papás, es la última vez que bienes conmigo. ¿Me juras que no dirás nada? !te lo juro tete, te lo juro! y juré que a nadie le diría, que en vez de ir por encima del monte de La Torreta, haríamos el viaje atravesando el tunel del tren, tunel largo y muy peligroso, pero que ahorraba una hora en el viaje. Mi hermano, me enseñó los pequeños huecos que cada tramo habían a derecha y a izquierda, por si venía algún tren podernos refugiar. Para mí todo aquello, más que una aventura, era como si lo hubiese vivido desde que nací y la emoción, consiguió que los nervios se me fueran.

Trás el peligroso cruce del tunel, el pantano se abría en toda su magnificencia, el agua inúndaba grandes cantidades de terrenos y los Tarays besaban las aguas mansas abriendose paso entre los Juncos a los que por celos, se empeñaban en apartar. mi hermano no temía ni a Juncos ni a Tarays y con su escopeta en bandolera y con su pequeña hermana cubriendole las espaldas, vivió una mañana de triunfo y de fiesta, despues de ganar cinco piezas, maravillosas gallinetas, quedamos durante el almuerzo (a la sombra de los Tarays) que yo había cazado una de las pobres aves que lucían en su cinturón de experto cazador...El sol ponía una música que hacía reberverar el paisaje, mientras un joven con su caza y una niña con sus ilusiones por todo lo alto volvian a Elda ahora sí por "la Torreta"
pepa herrero

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