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jueves, 12 de septiembre de 2013

DEJACIÓN DE OBLIGACIONES

Se nos obliga a los ciudadanos de a pie a cumplir con algunas obligaciones, en caso de incumplirlas, se nos sanciona para que así vayamos tomando noción de lo que es la convivencia vecinal y en todo ello tienen razón, así que no queda más remedio que dársela. Pero cuando los que no cumplen con sus obligaciones, son los que tienen la obligación de hacerlo, deben de ser doblemente sancionados, una por su dejadez y otra por el daño que esta dejadez puede acarrear a los viandantes. Hace una semana, no sé cómo ni por qué, apareció en la Avenida de Ansaldo un árbol roto, seguramente sería algún parásito que hizo una de las suyas, pero no vamos a culpar ni al parásito, ni a la parásita que lo trajo al mundo, tampoco podemos echar la culpa a nuestras queridas autoridades, que entre unas cosas y otras, bastantes problemas tienen, pero lo que no podemos consentir, es que después de toda la semana molestando la parte del árbol caído, nadie lo haya visto y si lo ha visto, haya hecho la vista gorda, seguramente si su familia tuviera que pasar por allí a menudo, otro árbol nos cantaría. Una ciudad turística, se debe de distinguir por su afabilidad, limpieza, simpatía y algunas otras cosas que en nuestro Alicante brillan por su ausencia y si en otras ocasiones he sabido hablar en favor de nuestra alcaldesa, en esta ocasión y haciendo causa común con todas las cosas olvidadas, le hago saber mi disconformidad. Para atraer al turismo, hay que ganárselo respetándolo, dándole lo mejor y dejando los problemas propios donde a ellos no les puedan afectar. Si dejamos que las ratas campen a sus anchas (información 12/09/13) si obligamos a las personas mayores a correr riesgos en la calle, (árboles caídos, bicicletas a toda prisa por las aceras y coches aparcados encima de las vías del Tram y paradas del Bús, no es de extrañar que prefieran irse a Japón aún a riesgo de encontrar algún ejemplar raro venido de Fukushima. Pero el mal no empieza en las calles, el mal viene de antes, cuando paseo por las calles, veo con cierto reparo a las policías, una nacional y la otra municipal y veo una diferencia tan grande, que siento vergüenza ajena, la una uniformada con cierta elegancia y con un respeto hacia el ciudadano, la otra sin un aseo reglamentario, luciendo sucias melenas y atendiendo a los ciudadanos, como si fueran malhechores, aunque gracias a Dios, no es la norma general de todos ellos, pero tal vez entre ellos mismos podrían ponerse de acuerdo y tratar de lucir igual ante la ciudadanía y a la vez, demostrar el respeto que deben a quien tienen la obligación de respetar. Tal vez la culpa no sea sólo de ellos, ¿se preocupan los que tienen la responsabilidad de hacerlo?.pepaherrero

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