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sábado, 12 de mayo de 2012

CON ALEGRÍA...!TODOS A LA ROMERÍA!

En los días próximos al diez y siete de mayo, se celebra la romería de San Pascual Bailón en la cueva de Orito (Monforte del Cid) de él se cuentan muchas historias y para quien sea creyente, también milagros, pero la romería en sí, además de creyentes, también atrae a personas con ganas de pasar un día de solaz y asueto, hace muchos…muchos años (no sé si ahora también) a los costados del camino, se acomodaban los pobres y esperaban de los visitantes, el óbolo que les ayudara a seguir su camino, hasta llegar al próximo punto de peregrinación. A mí, siempre me han impresionado esas gentes, con sus desgracias personales y su necesidad de mendigar la limosna de lo que de otra manera no podrían ganar. Hoy quizás ya no se vean en la necesidad de esa clase de mendicidad y además, hasta es posible que las ayudas no fueran tan jugosas como lo fueron antaño. Desde que se puede hacer el viaje, (aquel viaje que antiguamente hacían nuestros antepasados en sus carros o carretas, entoldados y enjaezados para tan solemne oportunidad) en ellos viajaban desde tierras tanto alicantinas como manchegas, las familias que por cualquier circunstancia, habían hecho promesa de visitar al Santo pastor y que era aprovechado, para pasar esos días de asueto y acampando a la sombra de los algarrobos o de los olivos, hacían sus comidas de todo el día al aire libre, mientras los niños, disfrutaban de las atracciones instaladas en las cercanías o bien visitaban la zona ferial y con sus sorprendidas boquitas abiertas de asombro, luego contaban a sus padres las cosas que habían visto. Aquella caseta, no era apta para los niños, en ella se reunían los hombres y mientras las mujeres hacían la comida, ellos se tomaban un par de botas de vino y jugaban la partida de “julepe” los tiempos eran inocentes y sublimes, mi hermano había comprado su primer Seat seiscientos y en él nos llevó a pasar aquel día diez y siete, del que tan felices recuerdo guardo, no tanto por la romería en sí, (que a mí me dio mucho miedo y también me impresionó el ver a todas aquellas gentes a la orilla del camino, con un trapo lleno de monedas y la mano tendida) como por la alegría de encontrar a mi especial amiga Pepita Peñataro, acompañada de sus padres y de su niñera que siempre la llevaba cogida de la mano, Don Felipe (su padre) nos llevo a ver la feria y para mí sorpresa, nos regaló a su hija y a mí un pequeño payaso, al que apretando en su pecho, hacía sonar unos estridentes platillos, a la hora del regreso, la misión fue casi imposible, a todos nos entró la prisa por regresar a casa al mismo tiempo y además, teníamos que circular al paso de los carros y las carretas, aunque eso sí escuchando las canciones populares de la época…la manta al coll y el cabaset…pepaherrero

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