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jueves, 18 de julio de 2013

EL MENDIGO...

Cuando llegó a mí puerta, estaba esperando al hombre del gas, sino no la hubiera abierto, pero lo hice y después de superado el primer momento en el que me dio miedo, al ver su mano tendida, sentí pena, el recuerdo de alguien me vino a la cabeza, yo diría que su figura, me era conocida, entré a la cocina y del frigorífico saqué algunas viandas, una Coca-Cola y cogí de encima del banco de la cocina, una moneda de dos euros que me había dejado mí marido, cuando ayer, lo mandé a comprar el pan. Tendió hacia mí su mano temblorosa y en ella deposité lo único que en aquellos momentos pude darle, el mendigo besó la comida y me bendijo a mí…vaya usted con Dios y que él le ayude. Tembloroso, casi sin vista y apoyándose en aquella vara de ciruelo, mientras se alejaba, yo seguía pensando en que su imagen, me era conocida…aquellas gafas, que aunque desvencijadas y con el cristal del ojo izquierdo rayado hasta pensar que le podía ser más molesto que de ayuda, aquella barba de muchos días, le daba aspecto de sucio, al hablar siseaba cómo…cómo…!no!, no consigo recordar a quien se parecía el mendigo, pero sí que estaba segura, de que antes o después, me vendría a la cabeza. El tiempo en casa se hace largo, sobre todo en estos días de verano, mi marido sale pronto de casa y regresa tarde, cada día le es más difícil encontrar cómo ganarse el pan nuestro de cada día, pero él nunca se da por vencido y aunque los años se le van echando encima, sigue pensando que él nunca se podrá jubilar. La televisión está caliente, los tiempos eran difíciles y los cambios habidos, habían hecho que la gente se tirara a la calle, habían habido fuertes manifestaciones, muchas personas habían sido detenidas, las fuerzas del orden, se emplearon a fondo. Periodistas de otros países vinieron a dar noticias de lo que en este país sucedía. Alguno de ellos resultó herido, se decía, que si seguía la cosa así, tendrían que hacer venir a observadores y comprobar la marcha del país. Después de aquella gran manifestación, el pueblo tomó por la fuerza el palacio de la…que gran tragedia, me senté frente al televisor y tuve miedo, miedo primero por mí marido, luego por lo que hubiera podido pasar, al parecer no había habido heridos, el palacio se encontraba sin sus habitantes. Al parecer, alguien había advertido de lo que iba a ocurrir y todos abandonaron la zona de peligro. Del presidente y de su familia, nadie supo más. Se dice que abandonaron el país, en un barco que les esperaba en Alicante, se dice…bueno, se dicen tantas cosas, que a mí no me extrañaría que algunas fueran verdad, pero sigo temiendo cada vez que mi marido sale a la calle a buscar el sustento para los dos, que le pueda ocurrir algo. Al parecer la gente quiso tomar la justicia por su mano y en aquella reunión, mientras las fuerzas del orden evitaban que pudieran atacar a los dirigentes que iban a tomar la palabra, una piedra que nadie sabe de donde pudo salir, impactó en el presidente y allí empezó toda la tragedia. El cuerpo alto y encorvado del mendigo, cruzó la calle, el siseo de su voz todavía sonaba en mis oídos, su pelo desaliñado y entrecano, me hacían recordar…¿recordar? ¿a quién? Sus grandes pies arrastraban por el suelo, su cuerpo algo inclinado, me hizo pensar que aquellas espaldas, habían soportado un gran peso…¿Mariano?...pepaherrero

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