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martes, 7 de febrero de 2012

DÉJAME TOMAR EL CAMINO

Después de veinte años de matrimonio, necesito ver mundo, tanto amor me ahoga, la vida que vivo no es mía. Y consuelo, no tenia consuelo, su desesperación, rayaba en la paranoia, ella había sido una mujer libre, hasta que las circunstancias la ataron a aquel hombre, ¡si es cierto! Yo lo quiero, pero cuando él llegó, se llevó la parte más importante de mi libertad y nunca más he vuelto a ser la mujer que era. Mi vida era mi sueño y mi sueño era la vida, juntos llegamos a vivir un mundo de fantasía, pero el tiempo me hace sentir de nuevo los lazos de la esclavitud y no es que él me agobie, no, el siempre quiere lo mejor para mi, pero eso no es bastante, necesito el aire que me falta y voy a luchar por tenerlo. Consuelo no tardó en decidirse, cuando escucha el llavín de su marido, sale a recibirle y después de darle un beso (de sabor amargo) le pide que la escuche. Mira amor, yo no te quiero (ni puedo) seguir engañando, eres la persona más buena que he conocido, pero con eso sólo no puedo ser feliz, a partir de hoy, empieza una cuenta atrás en mi vida y en ella tú no tienes cabida, me gustaría verte feliz, pero tú no eres el hombre de mi vida. En los ojos de Cesar, las lágrimas luchaban por salir de paseo, pero pensó que si lloraba, perdería las lágrimas igual que estaba perdiendo a su mujer, ¿Qué había hecho él para ser merecedor de aquel trato? A la hora triste de la cena, sólo encontró la mesa vacía, mientras él pugnaba por no llorar, ella se había marchado y una nota en su habitación, le daba las “gracias por estos veinte años.” Cesar, no volvió a tener noticias de su mujer, los días se le pasaban vigilando al teléfono, pensaba que en cualquier momento ella lo llamaría, seguía llorando, pero lloraba más con su corazón, con su alma, que con sus ojos. Nadie se puede hacer una idea de lo larga que se puede hacer una noche, sin poder dormir y pensando en la mujer amada, nadie puede saber lo triste que es un reloj en la noche, dando la hora en que ella no va a volver, luego al llegar la hora de la vuelta al trabajo…¿Trabajo? ¿Para qué? Se está haciendo de día y Cesar, se marcha caminando hasta la oficina, su cerebro no lo acompaña, el coche pasa rozándole y el conductor, lo que le dice no es agradable, pero él sigue camino de su trabajo…Si al menos un día me escribiera…Que será de su vida…Que será de la mía. Al llegar a la oficina, la secretaria de producción, le dice que Don Andrés, le está esperando en su despacho, Cesar coge la carpeta y sin más comentario deja a la secretaria sin ver la mirada de lástima que la joven le dedica. Buenos días Don Andrés, aquí tiene la carpeta…! Siéntese Cesar, tengo algo que decirle! Siempre a sus ordenes Don Andrés…Don Andrés ya le estaba tendiendo un folio y al leerlo Cesar, casi no pudo reaccionar, dejó el folio encima de la mesa y sin decir una sola palabra, se dirigió hacia la puerta de entrada, pero al momento, lo pensó mejor, y de nuevo se dirigió al despacho de Don Andrés…Usted perdone Don Andrés y sin decir nada más, dirigiéndose a la ventana, saltó desde aquel piso treinta y cinco. Por la mañana, los diarios se despertaron con sus noticias, ¡! Hombre muerto al saltar por la ventana de unas oficinas!!....???? Mujer atropellada y muerta por un tren, se trata al parecer de Consuelo…Si lo sé, hoy no vengo. pepaherrero

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