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sábado, 3 de marzo de 2012

CAMINITO...

Que el tiempo ha borrado…lo borraron, el tiempo, el miedo y la leyenda. Cuando aquella mañana, salió de su casa, no se encontraba bien, pero por necesidad tenía que ir a regar, si quería que no se perdiese la cosecha. ¡Dios! Que tendré en este estomago mio, los ardores me quieren matar y hasta lo que nunca he tenido el dolor, me está agobiando, ya podía entrar el agua un poco más deprisa. A veces Dios escucha a los que sufren, porque nada más terminar de decirlo, la acequia se llenó hasta el punto de desbordarse y el trabajo que le iba a costar todo el día hacerlo, a las tres ya estaba acabado y Rafael retorciéndose encima de su motocicleta, tomó el camino de su casa, deseando que su Amparo le ayudase a pasar aquel mal momento. El daño, no fue el hecho, con ser duro en sí, cuando entró en la casa, creyó que Amparo tenía algún problema, parecía que lloraba y cuando llegó a la habitación de matrimonio, allí los encontró a los dos, desnudos y sudorosos, Roberto, aquel hijo de…que un día recogieran al morir su padre y quedarse solo…o quizás Amparo… Dios dame fuerzas…y Dios le dio las fuerzas suficientes. Cogiendo la escopeta de caza, se dirigió a los dos desalmados y apuntándoles con el arma, los obligó a vestirse y a salir hasta la calle, dándole las llaves del coche a Amparo, la obligó a ponerse al volante y amenazándoles les dijo, que si decían una sola palabra que pudiera levantar sospechas, los mataría allí mismo a los dos. Sin volver a cruzar ni una palabra, Rafael la hizo conducir hasta la finca donde había pasado la mañana trabajando y retorciéndose de dolor. Ahora, vamos a seguir con el juego, ¡quitaos la ropa, deprisa! Y ahora vamos a seguir con el juego que teníais en la casa. A ver Roberto repite como me imitabas haciéndole el amor a Amparo. Y tú desgraciada, sigue explicándole a este chulo, como soy de malo en la cama. Amparo no llegó a poder abrir la boca, cuando Roberto trató de lanzarse contra Rafael en lo que pensó que era un descuido, el arma de Rafael, cantó su lúgubre canción de fuego y plomo, los dos cuerpos de doblaron y cayeron heridos de muerte en el suelo, después de matarlos a los dos, Rafael hizo un nudo corredizo con un fuerte alambre, se fue hasta el coche y le sacó un bidón de gasolina, con la que se roció y entrando en la casita de sus aperos de labranza, la roció con gasolina y después se roció él. El tío Cleto, no salía de su asombro, sabía que Rafael, tenía agua para todo el día y le extrañó verlo marcharse tan temprano, pero ahora el ver el fuego en la casita de Rafael, salió corriendo y después de pedir al “Mojao” que avisase a la guardia civil, corrió con todas sus escasas fuerzas, para ver de ayudar a su vecino y amigo. La visión fue Dantesca, el coche y la casita, se estaban terminando de quemar, lo raro fue no encontrar a Rafael, teniendo allí el coche. Cuando llegó la guardia civil, los rescoldos aún humeantes, les impidió acceder al momento hasta la casa, luego cuando les fue posible, encontraron los tres cadáveres. Desde entonces, aquel camino que antaño fue el que cientos de enamorados recorrieron, donde hicieron verdad su amor al llegar la noche, dejaron de recorrerlo, el miedo a los tres muertos que al parecer, en las noches sin luna (las preferidas de los enamorados) las almas de los tres muertos, salían y mantenían duras peleas, habiendo llegado a herir a alguna pareja, que se atrevió a llegar hasta su infierno particular. pepaherrero

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