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sábado, 26 de enero de 2013

CARTA ABIERTA A DON MARIANO

Mí no estimado señor: Con gran pena y pesar, le veo andar por el mundo de la información y de verdad siento vergüenza ajena, si no fuera usted político, sentiría pena de usted, pero renunció a su carrera de Registrador de la Propiedad a cambio de poder ser “alguien más” y a fe de Dios que lo ha conseguido, aunque para eso haya tenido que dilapidar un gran capital. El capital que usted ha tirado por la borda, nos duele a todos los españoles de a pie y le duele a todas las personas responsables, para nadie es plato de buen gusto, ver las mentiras que desde antes de llegar al poder, tiene que contar todos los días, sin llegar a creérselas ni usted mismo, le duele a todos los marineros, ver como un mal marinero, pretende gobernar un barco, sin tener el más pequeño instinto (que no saber) para gobernar este barquichuelo llamado España, donde todos zozobramos con usted y sus incompetentes subordinados a las órdenes de los nuevos dirigentes de esta denostada Europa. ¿Dónde pretenden llevarnos? Usted nos lleva, a donde nos llevan las olas, pero a pesar de no saber navegar en estas procelosas aguas, sí que tiene claro en su mente, que vamos a la deriva y tan sólo espera que el santo patrón de su tierra y de la nuestra, haga el milagro, un milagro que no llega, mientras tanto, van llegando los otros milagros uno detrás del otro, Gurtel, Madrid Arena, pagos en B, Bárcenas, etc. Mientras en otros partidos, les ocurre otro tanto, quizá, porque no hay una justicia capaz que atendiendo la voz de su amo, se atreva a ser lo fuerte que en Ley le correspondería. Lo último que usted nos pide, es confianza, ¿confianza, en qué, en quién? Si antes de empezar a gobernar no le importó mentirnos, con el único fin de llegar al poder, por el camino ha gastado todo su crédito y el pueblo esclavo de su voto, lo único que puede hacer es rezar a sus Dioses, esperando que una gran ola, no nos hunda, cosa que si pasa, (lo cual veo muy probable) mientras usted como aquel capitán del Costa Concordia, que se hundió en la Isla Giglio, abandonará el barco, para ir con su amada a visitar su isla particular. Confiaremos en usted a la fuerza y aunque otros ya han probado a sublevarse, con el resultado de ¡aquí no pasa nada, que siga la cosa a ver cómo queda! Nosotros los de a pie, temerosos y cobardes, estaremos a sus órdenes, para cuando nos pida la cena, servírsela a tiempo y luego hacer la representación del drama, “el hambre y la pobreza, que a usted tanto le gusta”. Quien lo votó, vio en usted, la tabla a la que agarrarse, pero usted es un ególatra, que como aquel capitán del Costa Concordia, o como un nuevo capitán Ahab, sólo han buscado su lucimiento, o satisfacer sus odios, matando a su Moby Dick particular, aún a costa de las personas que en usted confiaron y perecen en el intento. Para ustedes sólo importa el demostrar que son los Dioses, pero los Dioses hace tiempo que murieron, fueron aventados y desaparecieron en el carro de las miserias humanas. pepaherrero

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